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Dread Mar I en Ciudad Juárez: entre humo y reggae



El sol se arrastraba moribundo detrás de los cerros cuando el Centro de Convenciones Anitas empezó a oler a ese humo apestoso y gracioso que sólo anuncia una cosa: el reggae está por comenzar. Y ahí estaban los juarenses, marchando uno tras otro como en romería, con el alma en llamas y la cerveza bien fría, listos para presenciar algo que llevaban años esperando: la primera visita del argentino Dread Mar I a Ciudad Juárez.


Pero antes del plato fuerte, el sabor local marcó el ritmo de la noche. Panamá Chacha, con esa combinación de ritmos que a uno le hacen olvidar dónde empieza el ska y dónde termina la cumbia, arrancó con una energía que ponía a propios y extraños a bailar sin preguntar. No nos dejaron tomarles fotos esta vez, pero les dejamos unas postales de su anterior tocada en la Avenida Juárez, para que no se queden con las ganas.



Después vino Huarache —nombre artístico de Daniel Antonio Gómez—, quien cruzó el país desde Jalisco para ganarse en minutos el cariño del público fronterizo. Con una humildad desparramada en cada verso, el tipo conectó, tocó, cantó y cerró dejando al público clamando por una más.



Y entonces, a las 10 en punto, la confusión: un tipo con rastas y letras "DMI" bordadas en el pecho aparece y la raza corre por la selfie... pero nanay, no era él. "No soy", respondía serio pero amable. Era parte del staff, no el profeta rastafari que todos esperaban.



Las luces se apagaron y las letras DMI explotaron en la pantalla. Y de pronto, ahí estaba. Mariano Javier Castro, alias Dread Mar I, caminando entre luces y ovaciones con "Árbol sin hojas" como carta de presentación. Rugía el lugar. Caminaba como león enjaulado, cruzando el escenario, convocando a las almas a acercarse, a entregarse, a olvidarse de todo por una noche.



“Más allá de tus ojos”, “Vete”... y entonces, chan chan chan, ¡“Tú sin mí”! Las bocinas apenas soltaron los primeros acordes y todos (sí, todos) sacamos el celular, como acto reflejo, como culto pop al momento. Pero ¡zas! que suena un casete regresando y la banda suelta “Laberintos”. El público rio, entendió el chiste.



Una lluvia de camisetas y banderas empezó a caer sobre el escenario. El cantante las recogía, las mostraba, las devolvía. Se notaba que estaba disfrutando el momento tanto como nosotros. Cantaba, saludaba, pedía más coros, más energía, y Juárez no se guardaba nada.



A mitad del show, otra vez: “Tú sin mí”. Ovación. Mar de luces. Corazones listos. Y de nuevo, el sample de "rewind". ¡Otra vez! Ahora suena “¿Qué hago yo?” mientras el público gritaba: “¡Cero y van dos!”. Dread Mar I jugaba con nosotros y nosotros felices de ser el juguete.



“Hoja en blanco”, “Nada”, “La verdad”... y ahora sí, a la tercera fue la vencida: “Tú sin mí” por fin completa, sin bromas, sin regresos. La cantamos a grito pelado, con celulares arriba, con el alma afuera. Era el clímax, pero no el final.



Porque el “¡otra, otra!” no se hizo esperar, y como si lo supiera, Dread Mar I regresó para soltar la joya que todo artista que pisa esta tierra suele hacer, un homenaje al Divo de Juárez, interpretando su versión de “Así fue”. Un momento de comunión fronteriza, de respeto total. El eco de Juan Gabriel se metía por las grietas de las Anitas, mientras el reggae le rendía tributo al pop más eterno de estas tierras.



Y entonces sí, “Promesas”. Con ella se cerró la noche. Con sonrisas. Con agradecimientos. Con esa sensación de que la larga espera valió la pena. Dread Mar I y su banda dejaron claro que no será la última vez que crucen esta frontera. Y si lo es, al menos ya sabemos lo que se siente cuando el reggae llega y se instala en el corazón de Juárez.



 
 
 

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