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Enjambre vuelve a Juárez en una Noche de Salón



Una gélida ventisca en las postrimerías de la temporada invernal a orillas del Río Bravo fue la bienvenida a Ciudad Juárez para Enjambre y su Noches de Salón, tributo a la música de antaño sacada del soundtrack de la mitad del siglo pasado, donde las palabras de amor se envolvían en versos elaborados, acompañados de ritmos para bailar cerquita de la pareja.


Faltaban casi dos horas para que la banda se subiera al escenario del Centro de Convenciones Anita y la fila para acceder a lugar parecía no tener fin.



Pese a que la organización del evento explicó que no era imprescindible vestir de etiqueta para ingresar al concierto, los vestidos largos, abrigos y zapatos relucientes fueron el común de quienes aceptaron el llamado de la banda de convertir la velada en una visita al cabaret.



Una vez dentro, las parejas buscaban un rincón para acurrucarse, por ahí se vio a más de una fanática apresurar el paso y trastabillar a causa de los tacones, esto para alcanzar el lugar más cercano frente a la barricada.



De pronto las luces del lugar se apagaron, había siluetas que surgían detrás de las cortinas del escenario. Entre una estela de humo y luces carmesí, el enjambre de músicos salió a escena para dar una solemne bienvenida al espectáculo, el cual comenzó sin mucho preámbulo con un pequeño popurrí instrumental de boleros y danzones.



Acto seguido, sonaron sin pausa “Enemigo”, “Cámara de faltas” y “Visita”, tercia de temas que inmediatamente les pusieron la piel chinita a todos los presentes y que marcó la batuta de lo que sería el resto del recital.



Luis Humberto Navejas, ahora frontman de una orquesta de salón, enamoró a los presentes interpretando el papel de casanova, al puro estilo de Mauricio Garcés, en un acto de seducción que cautivó a hombres y mujeres por igual, quienes no pararon de lanzarle flores, chiflidos, aplausos y peticiones de hijos.



Una mirada de anhelo y un par de lágrimas rodaban de las mejillas de una chica mientras “Detéstame” era interpretada, apresurada con su mano izquierda borraba la evidencia de ser conmovida por lo que escuchaba.



Mas tarde, un pachuco (sí un pachuco) que rondaba de un lado a otro, como buscando algo o a alguien, se habría paso entre la oscuridad tarareando “Tengo la piel cansada”. 


El recital continuaba con “Somos ajenos”, “Manía cardiaca” y “El ordinario” cantados al unísono por el público que nunca dejó bailar estas reversiones de los temas clásicos de la banda, lanzados el año pasado en un disco que lleva por nombre de “Noches de Salón” con el cual Enjambre comenzó a girar desde el año pasado.



En el setlist se incluyó el tema “Secuaz” que no pertenece a dicha producción, pero que bajo promesa de la banda será incluido en una reedición en disco de vinil.


Ya casi para el cierre, se vivió uno de los momentos más íntimos y dolidos de la presentación, Luis Humberto, dedico “Necrópolis” a su natal Fresnillo, Zacatecas, aquejada por los mismos males de esta frontera, las luces cálidas con las que transcurrió el concierto pasaron a un verde profundo que cambió por unos instantes el aura de lo que había acontecido hasta el momento.



“El derrumbe” despediría a la banda por unos instantes, mientras los fanáticos clamaban por su regreso con porras y vítores.



De pronto, un improvisado coro comenzó a surgir de entre los propios asistentes, quienes a capela entornaron “Vida en el espejo”, cuya fuerza cobró tal magnitud que se hizo oír fuera del centro de convenciones.



Impresionados los de Fresnillo, Zacatecas, agradecieron la pasión con la que los fronterizos los recibieron y clamaron su regreso a estas tierras. 



“Divergencia” bajaría el telón de esta obra que llevó a sus espectadores a momentos íntimos, románticos y de añoranza por tiempos que en su mayoría no vivieron, pero que de alguna u otra forma llevan presentes en ellos.


Gracias a Seorial y Stellar Agency por hacernos parte está noche de etiqueta.


📝 @fabian_kraut

📷: @samxdelgado



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