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Psicodelia y nostalgia de la mano de Ramona, hacen latir el corazón de Juárez




No es la primera vez que Ramona, banda originaria de Tijuana, Baja California, hace escala en las tierras de “Dios Juan Gabriel”.


Los bajacalifornianos siempre tienen las maletas hechas, son una cuadrilla itinerante, que le encanta viajar, precisamente, cruzaron el Río Bravo únicamente para tocar en Chihuahua y Ciudad Juárez, después volverán al vecino país para continuar su gira por dichas tierras.


Teloneros


Sr. Trigger, fueron los encargados de disparar las primeras notas de la noche, esa ardua y a veces injusta encomienda de abrir una tocada no pareció incomodarles, desenvolviéndose de manera natural con temas propios como “Desde Arriba”, “Dónde nos perdimos”, “Desde nunca” o “29-6”.





Unos minutos más tarde, las melodías dulces y teclados synth-pop de Zenith se hicieron presentes, esto después de que la banda estuviera un par de años lejos de los escenarios, sin embargo, regresaron con energías renovadas con su nuevo sencillo “Solo” bajo el brazo y temas conocidos como “Quizás”.





Faltaba media hora para la medianoche, un sujeto calvo, de barba prominente, con cara de pocos amigos, subió al entarimado, tomó el micrófono, miró a los presentes y los comenzó a arengar para que gritaran ¡Ramona! ¡Ramona! ¡Ramona!, indicación acatada al pie de la letra por la multitud.


¡Súbete, vamos a dar la vuelta al pasado!





Ramona se hizo presente, en la casa de todos el Bar Anexo Centenario, a bordo de un bólido sesentero, quizá un Impala o un Chevelle, con el maletero repleto de sonidos psicodélicos, espaciales, funky, pero con una fuerte carga de baladas románticas, al puro estilo de Los Ángeles Negros, Los Pasteles Verdes o incluso Rigo Tovar.


Sin un setlist definido y con la consigna de ser modificado a placer por el público, los comandados por Jesús Guerrero, guitarrista y front man, arrancaron su acto, dando curvas suaves y tranquilas con temas más cercanos al pop como “Calidez” o “Acercáte”.





“Pídeme” fue interpretada por los fronterizos luego de reiteradas suplicas de una chica entre la multitud, “la vamos a tocar nada más porque tú la pediste” exclamó Chuy, para que de inmediato los demás miembros interpretaran los compases iniciales de la rola.





La química entre músicos y fanáticos terminó por fraguar, “es una noche larga, espero que estén preparados” advirtieron desde el escenario, para después pisar a fondo, en la primera curva rápida de la noche, donde se retomó la psicodelia con tintes latinos, a la mera usanza de Carlos Santana.


¡Ya lo vez, la vida es así! …


“Nada que no quieras tú” y “Esclavos” serían coreadas a todo pulmón por sus fanáticos más fieles, sin embargo, “La gata bajo la lluvia” rompió a los presentes, todo mundo, pero todo mundo, incluso los más rudos y viriles se rindieron ante este cover.





Los metales de “Camino a casa” comenzaron a sonar para continuar con el festival de nostalgia que se daba cita, en el corazón de Juárez, en Ignacio Mejía y Ferrocarril.


De pronto, la banda paró y comenzó una suerte de activación que los Ramona tenían preparada dentro de su presentación, un concurso de parejas, en donde los enamorados que se dieran el mejor beso mientras sonaba “Chulita” ganaba un artículo de la banda.





Esta pausa, estuvo muy lejos de ser anticlimática, por el contrario, los bajacalifornianos mostraron el gran manejo del espectáculo que les han dado tantas y tantas tocadas, a lo lejos, bastante atrás en el retrovisor, quedó ese primer concierto en la Ciudad de México donde solamente acudieron dos personas, ahora, controlan a placer a la muchedumbre y la hacen parte su obra.





Para no hacer más larga esta crónica (fallida), les diré, que después de este pequeño respiro romántico, le siguió una demostración de habilidad musical de primera, se podría pensar que estos compas tienen varias décadas tocando juntos, pero, la agrupación es muy joven (también en promedio de edad), tendrá un poco más de diez años de ser formada. Omar, Jesús (Chuy), Dalia, Luis y Eli, son familia y orquesta a la vez.





“Cecilia” y “Vete con él” serían las encargadas de cerrar de manera provisional el show, y sí, de manera provisional, porque en cuanto los Ramona, cruzaron la cortina que une el escenario con el backstage, el clamor de ¡otra, otra, otra! no pudo ser ahogado hasta que el templete fuera retomado.





Y de nueva cuenta, las activaciones público/banda fueron parte del show, cuando se invitó a la concurrencia a subir y bailar una cumbia sabrosa bautizada como “Anillo de matrimonio”, para después decir adiós…

… ¡Nada de eso!

¡Volvieron a tomar sus instrumentos!





Parecía que a la banda le costaba despedirse, de pronto, Chuy saltó la valla metálica para quedar rodeado por el público y desde la duela comenzó a cantar “Tristes ojos”, guiando a quién lo sitiaba a seguir la tonada de la canción e invitando a quien tuviera el valor a cantar, le siguió “Bonita”, aunque, ahora era Chuy quien envolvía a los que estaban a su alrededor, él era el pastor y los demás su rebaño, fue guía y gurú por unos minutos, para ahora sí, de verdad, culminar este show, cercano y poderoso, repleto de giros intempestivos, tramos suaves y con destino al pasado, o al futuro, o quizá a ningún lado, el chiste era disfrutar el viaje.





Gracias a Estudios Buenavista, Chango Radio y Anexo Centenario por rifarse y traerlos.


📝 @fabian_kraut

📷: @samxdelgado

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