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Writer's pictureSamuel Delgado

Un largo camino al inframundo: Arch Enemy sacude Ciudad Juárez



Entre caravanas navideñas, tráfico infernal y varios conciertos, cientos de metaleros se abrieron paso hacia Las Anitas, un lugar que esa noche sería testigo de algo histórico: Arch Enemy, la legendaria banda de death metal melódico, finalmente pisaba esta frontera.


Para ser honesto, nunca pensé que algo así sucedería. No es común que bandas de este calibre se aventuren hasta Juárez. Y menos aún me imaginé que terminaría cubriendo el evento acreditado, aunque bajo condiciones peculiares: nada de cámaras profesionales, solo celular. Ridículo, sí. ¿Imposible? Jamás. Uno se adapta.



Al llegar al recinto, la escena era curiosa: un espacio casi vacío, salpicado de sillas. ¿Sillas? ¿En un concierto de metal? Pero algunos ya estaban echando chelas y admirando los vasos conmemorativos de la gira. De fondo, clásicos de Judas Priest, Iron Maiden y Def Leppard ayudaban a calentar motores mientras más personas iban llenando el lugar, uniformadas con gorras, chamarras y playeras de Arch Enemy.


Para las 9:20, con la zona central ya repleta, las luces se apagaron y el rugido de Ace of Spades de Motörhead anunció que la noche estaba por comenzar. Cuando las primeras notas de Deceiver, Deceiver explotaron, el lugar se estremeció. Michael Amott y Joey Concepcion desataron una tormenta de riffs mientras el bajo de Sharlee D'Angelo y la batería de Daniel Erlandsson retumbaban como un llamado al mismísimo Hades. Y entonces, ahí estaba ella: Alissa White-Gluz, levantando el puño y gritando "¡Juárez!" antes de dejar escapar esos guturales que te hacen cuestionar si realmente es humana.



Confieso aquí, lector, que llegué sin saber mucho de la banda. Claro, conocía su nombre y su reputación, pero nunca había explorado su música. Grave error, porque el espectáculo que estos suecos entregaron fue una lección de poder y precisión, una mezcla impecable de agresión y melodía.



Entre temas, Alissa sorprendió con su español: "Juárez, bienvenidos al largo camino al inframundo". Pero conforme avanzaba el set, algo era evidente: ella estaba batallando. Finalmente lo confesó al público. "Estoy enferma y con fiebre. Ni siquiera debería estar aquí; debería estar en el hospital", dijo. El público, lejos de reprocharle, la ovacionó. Se tomó un breve descanso mientras la banda tocaba una pieza instrumental que sirvió como respiro para ella.



Cuando volvió, su humor seguía intacto. "Aquí es donde normalmente les pido que salten", dijo, mirando las sillas, "pero si pueden hacerlo, háganlo; si no, hagan lo que les dé la chingada gana". Esa irreverencia prendió aún más a la audiencia, que respondió con fuerza durante No Gods, No Masters.



El espectáculo cerró con una trilogía demoledora: Snowbound, Nemesis y Fields of Desolation. Un juego de luces impecable, riffs desgarradores y la voz de Alissa, aunque mermada, resonaron como un grito de resistencia en esta ciudad que tantas veces se siente olvidada.



La banda se despidió tras hora y veinte minutos de pura energía. Mientras nosotros regresábamos al caos del tráfico y las caravanas, ellos partían a Chihuahua, aunque tristemente su show en la capital tuvo que ser pospuesto por la salud de Alissa.



Para ellos, les decimos: esperen. Valdrá la pena. Sólo queda agradecer a ACK Promote y Dilemma Conciertos por hacer posible una noche que nos recordó que esta frontera también es territorio de metal.


📝📱📷: @samxdelgado

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