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Del barrio al carnaval; Los Auténticos Decadentes y La Maldita Vecindad nos recuerdan como se debe bailar y cantar

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Los Auténticos Decadentes y La Maldita Vecindad regresaron a Ciudad Juárez en conjunto para dar un concierto que remitió a los presentes a los inicios del rock en tu idioma, en donde la naciente contracultura de los años 90 se envolvía en los ahora himnos como “La Guitarra” o “Solín” y buscaba hacerse de un lugar para hacerse sentir y escuchar.


Más de tres décadas después, ambas leyendas del ska latinoamericano y sus derivados ya no necesitan escudriñar algún recoveco para poder tocar; ahora llenan estadios en grandes ciudades, colaboran con artistas de talla internacional y se pueden dar el lujo de girar por todo el mundo llevando su fusión de ritmos de un lado para el otro.


El Gimnasio de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) fue el recinto que recibió una fuerte dosis de historia, euforia, música, paz y baile.


Las puertas del lugar abrieron un par de horas antes de que las bandas salieran a escena. Las calles contiguas a la zona del PRONAF fueron tomadas por los acomodadores que guiaban a los conductores hacia un lugar para estacionarse.


Poco a poco, los seguidores de La Maldita y Los Auténticos hacían fila en los accesos correspondientes mientras se encogían de hombros y trataban de esconder el mentón por la fría brisa que recorría las esquinas y helaba los cuerpos.


Una vez dentro del gimnasio, los asistentes indagaban su lugar correspondiente. Los más pudientes lo hacían en la duela cubierta por un suelo acolchonado, detalle agradecido por la mayoría, quienes, sabedores de que la edad ya pesa, podían amortiguar la espera. Los demás, tomaban su rígido asiento mientras compraban una cerveza proporcionada por cuadrillas enteras de vendedores.


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Pasadas las 20:00 horas, las luces principales se apagaron e inmediatamente los presentes gritaron e hicieron bulla para recibir a Los Auténticos Decadentes quienes, fieles a su costumbre de tocar sin pausas, entraron de lleno con “La Guitarra”, “Pendeviejo” y “Los Piratas” para encender a la muchedumbre y convertir la fría palestra en un carnaval.


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De esta forma, la mítica banda argentina comenzó a dar un rápido repaso por sus mejores éxitos, temas que acompañaron a un par de generaciones en la radio, casetes, discos o vinilos o que eran tocados en lugares estrafalarios como el Fred’s Bar en esta frontera, uno de los pocos lugares donde se podía bailar con caguama en mano y después partirse el hocico en el slam (ah, los viejos tiempos, aunque el lugar sigue abierto y concurrido por un nuevo público).


 

“Corazón”, “Diosa” y “Viviré por siempre” hacían gala de esa nostalgia por aquellas noches de danza desenfrenada, mientras en gradas y duela la gente sacudía los brazos y movía las caderas, al tiempo que cantaba a todo pulmón.



Los Auténticos tuvieron a bien rendir un par de homenajes a esta frontera. El primero fue usar el jersey del FC Juárez, que precisamente esa noche de jueves perdió su partido del play-in, pero amarrarían su primer liguilla este domingo; eso no impidió que las banderas de “Los Bravos” se ondearan con fuerza de un lado para otro en la gradería. El segundo fue cantar un extracto del Noa Noa, remembrando con mucho cariño a Juan Gabriel.


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La festividad seguía en auge con “Vení Raquel” y “El murguero”. Aquello era un festival de barrio donde todo el mundo sacaba los pasos prohibidos y perdía por un momento los papeles, ignorando que posiblemente al día siguiente el día pasaría factura.



Otras clásicas del repertorio de los originarios de Buenos Aires, Argentina, daban su pase de lista, entre ellas “Un osito de peluche de Taiwán”, “El pájaro vio el cielo y se voló”, “Amor” y “No me importa el dinero” para el deleite de los acérrimos fanáticos y los no tanto.

“Cómo me voy a olvidar”, “Gente que no” y “Somos” daban cierre momentáneo al primer acto de la noche, mientras los aplausos y los coros se hacían escuchar más allá de lo que alguna vez fue considerada la zona dorada de la ciudad.


Luego, prosiguió el ritual de todos los cierres de conciertos: los músicos dejan sus instrumentos en la oscuridad mientras la multitud grita ¡otra, otra, otra! Acto seguido, los porteños retornaron a sus lugares y cerraron su presentación de casi dos horas con “Loco (tu forma de ser)”, “Distrito Federal” y “La banda sigue” para ser despedidos con todos los honores por el público fronterizo.


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Una pausa entre presentaciones dio la oportunidad de recargar energías a los asistentes; algunos se apresuraron e hicieron largas filas en los baños, otros se reactivaron con la enésima cerveza de la velada y algunos simplemente aguardaron en sus asientos a la espera de la segunda mitad de la cartelera.


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Enfundados en sacos largos con solapas anchas, pantalones bombachos de cintura alta, las típicas tablitas y sombreros con una amplia ala, cuyas plumas destacaban en lo alto, al mero estilo zoot suit, La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio tomaron su turno en el escenario para tocar ipso facto “Solín” y provocar varios mosh-pits en la duela.


 

Rocko y compañía apenas tardaron un año en regresar a las tierras de Germán Valdés “Tin-Tan”; por estas mismas fechas de 2024 los pachucos formaron parte del cada vez más desangelado Festival Internacional Chihuahua, en aquella ocasión abriéndole a Los Amigos Invisibles.


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Realmente poco cambió de aquella vez, sin embargo, para este concierto pareciera que La Maldita retornó con la intención de derrumbar el lugar, más enérgicos, más potentes y con un repertorio selecto integrado por icónicos éxitos y temas para echar desmadre por igual.



Prueba de ello fueron “Bailando”, “Quinto patio Ska” y “Ya lo pasado”, temas donde los pasos prohibidos volvieron a salir a flote, mientras los mosh-pits se hacían cada vez más grandes en la duela, y en el graderío la gente saltaba y agitaba con mayor enjundia los brazos.


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Fiel a su estilo, el líder de La Maldita tomaba el micrófono para dedicar palabras al público, lanzando consignas de paz y recordando luchas estudiantiles y movimientos sociales que han cambiado la historia de este país, mientras los puños del público eran levantados por todo lo alto.


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“Mujer”, “Los agachados”, “El circo” y “Don palabras” conmemoraban los primeros discos de la agrupación capitalina que también cumple cuatro décadas sobre escenarios de todo tipo, siempre firmes en sus convicciones políticas y musicales.


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Frente al templete, en la duela se podía ver a representantes de las generaciones X y Millennials, quienes se batían en intensos slams o coreaban a todo pulmón, agazapados frente a las vallas de contención. Entre ese gentío sobresalía por altura y complexión el luchador juarense “Pagano” que junto a su chica se mezclaba en el slam, en parte saludado por los fanáticos, en parte colisionando con incautos que no se habían percatado de su presencia.



La celebración terminó de estallar con “Pachuco”, tema que se convirtió en un mantra catártico para varias generaciones y provoca en la gente bailar y sacudir todo el cuerpo, desde los dedos hasta la última punta de los cabellos.


“Querida”, cover a Juan Gabriel, se hacía sonar para terminar de zafarle la mollera a la multitud, antes de correr la cortina de una vez con “Kumbala”, dejando la multitud descansar después de una desenfrenada dosis de baile y emoción.

 


Una vez que las luces del gimnasio se encendieron de repente, los rostros se pudieron reconocer entre sí otra vez; fue como si el trance se hubiera terminado, pero lejos de dejar desconcertados a los hipnotizados, la velada terminó con una marcada sonrisa de satisfacción en los presentes.



Entre los pasillos del recinto se podían escuchar palabras de agrado, algunos como ya dijimos en estos párrafos recordaban al mítico Fred’s Bar, otros tarareaban lo recién escuchado y contorneaban la cabeza mientras lentamente salían del lugar.


Agradecemos a Latin Me por hacernos parte de una noche de recuerdo, música, paz y baile.


 
 
 

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