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Almas en pena, violines desgarradores y sintetizadores encantados con La Bande Son Imaginaire

Writer: Samuel DelgadoSamuel Delgado


Las últimas noches de invierno en esta frontera fueron testigo de una obra de teatro lúgubre e hipnótica, en que la que tres seres malditos pusieron a bailar a varios centenares de almas perdidas.


Se trata nada más y nada menos, que de la presentación en el Anexo Centenario de La Bande Son Imaginaire, tercia de espectros salidos de una tumba en Oaxaca de Juárez, quienes estuvieron de regreso por estas tierras para hechizar a su sequito en una función poética y obscura por igual.


PRÓLOGO | TELONEROS



Últimamente ha sido común ver el nombre de Altamar en los promocionales de conciertos locales, lejos de ser una queja o comentario mal intencionado, es muestra de que este proyecto juarense se ha posicionado fuerte entre público y promotores fronterizos.


Justo hace un año, el dueto hacía una de sus primeras demostraciones en sociedad en un concierto de La Bande Son Imaginaire, a partir de ahí, es habitual escuchar su propuesta de post-punk y darkwave por aquí y por allá.



En lo referente a su presentación y dejándonos de introducciones casi innecesarias, Altamar sedujo a la muchedumbre, a la que desde hace rato ya no le es indiferente.



Por el contrario, el respetable les aplaude y celebra cada pieza interpretada, incluso después de sufrir una que otra jugarreta de la tecnología, aunque, gracias a estos infortunios pudimos escuchar “Pequeña luz”.


ACTO I |LOS ESPECTROS



De pronto, las luces se atenuaron hasta desaparecer, tres siluetas espectrales comenzaron a dibujarse entre las sombras del escenario, faltaban apenas unos instantes para que el reloj marcara las 23:00 horas y un violín comenzó a emitir su lastimero cantar, precedido de las notas eléctricas de un sintetizador embrujado.


Luego, la euforia total. Las luces del lugar develaron la figura de tres rostros blanquecinos y espectrales que comenzaron saltar como luciérnagas atrapadas en un frasco para introducirse en la procesión con “Maladive”.


ACTO II | LOS FELIGRESES



Horas antes de que La Bande Son Imaginaire, subiera al entarimado del Bar Anexo Centenario, sus feligreses comenzaron a ocupar el lugar, algunos perdidos entre las sillas del fondo, otros, los más entusiasmados apartando un pedacito de espacio frente a la valla de contención formada por sillas.


Entre los asistentes, se pudo ver un par de capas y máscaras blancas que esperaban a que “Chez toi” apareciera en escena para imitar la coreografía que la banda ejecuta y que es parte del toque característico que le impregnan a sus presentaciones.



Impacientes, pero muy ordenados, los “Bandelivers” ocuparon su lugar frente al templete y esperaron pacientes, como las tumbas aguardan a la noche, para ver a sus espectros favoritos.


ACTO III | DE OAXACA DE JUÁREZ PARA JUÁREZ




Desde la primera canción, La Bande hizo que sus seguidores lograran sacudir el suelo del recinto, el cual parecía bailar también con “Bastardos” y “Synthesizer Magazine” que le da nombre a su más reciente material, mitad disco, mitad revista.



Óscar Tanat, frontghost de la agrupación, invitaba y retaba a los presentes a gritar y saltar, mientas los sintezadores de Heri Tanat retumbaban las bocinas y muros, mismos que fueron rematados con las filosas cuerdas del violín de Bram Hernández.



En el acto, hicieron su aparición (fantasmal) “Laissie-Moi Faire” y “Macabre”, piezas que musicalizaban la puesta en escena que era representada ante fanáticos y asombrados curiosos, atraídos por el de boca en boca y que asombrados no podía de aplaudir, chiflar y rechiflar, además de intentar grabar cada instante con su celular.


ACTO IV | HAY ALGUIÉN DETRÁS DE TI



Las siluetas fantasmagóricas que transmutaron a seres antropomórficos, regresaron a su faceta etérea con “Chez Toi” para dictar una pequeña clase de francés y después efectuar la tan ansiada e inquietante danza de los fantasmas con rostros por detrás. 



Estas ánimas revoloteaban a lo largo y ancho del escenario, mientras el sintetizador parecía estar poseído, aunque todos los presentes supimos que era una secuencia, ese teclado endemoniado se convirtió en un protagonista más.



Después de lo acontecido, las almas abandonaron el escenario...

…para luego volver casi de inmediato.


ÚLTIMO ACTO | AL MEXICANO LE GUSTA EL DOLOR



“Música d e s a s t r e” seguía la tónica de ritmos frenéticos y vocales desgarradoras, mientras el violín cogía un rumbo distinto, más profundo y lastimero.



Las almas burlonas y juguetonas, pero a la vez siniestras y tétricas, brincaban, hacía piruetas y malabares, mientras la multitud aplaudía y celebraba cada una de las acrobacias, aquello era una fiesta debajo del escenario y arriba también.



“Magnetique” vino a correr el telón de una obra a la que su público se aferraba, había transcurrido casi hora y media y apenas se habían tocado ocho canciones, con extensas y agitadas interpretaciones.


ÉPILOGO | OTRA, OTRA, OTRA…



El típico clamor de otra, otra, otra, se hacía sentir en el Anexo Centenario, nadie se movía de su lugar, todos los que se dieron cita en esa noche de moribundo invierno, permanecían fijos con la mirada en el escenario.



Instantes más, instantes menos, Heri regresó del backstage, tomó el micrófono y anunció una canción más, solo para el público juarense, el cual se había entregado desde que se hizo escuchar la primera nota.


“Cabaret” encendía los corazones de quienes pacientemente esperaron hasta el último instante, llama que se quedó ardiente hasta la próxima visita de los originarios de Oaxaca de Juárez, quienes, aunque tocan un género nacido en Europa supieron impregnar de nuestra mística tan particular, para tocar un darkwave cien por ciento mexicano.



Gracias al Anexo Centenario y Show n Go por hacernos parte de la obra.


 
 
 

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