El circo más feliz del mundo cerró su gira en la frontera: Los Caligaris en el Lowbrow Palace
- Samuel Delgado
- 23 hours ago
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La noche del domingo 19 de octubre, los Caligaris volvían a El Paso para cerrar su gira americana “Maquillaje y Canción”, y uno podía sentir desde la fila del acceso que no era un concierto más: era una celebración. Un reencuentro con una ciudad que los quiere con la misma intensidad de ambos lados del río.
Apenas salieron al escenario envueltos en coloridas capas que parecían fantasmas de una fiesta eterna, el público —que ya traía el carnaval en la mirada— se entregó sin reservas al delirio caligari. Desde el primer acorde de Todos Locos, la pista se volvió un campo minado de brincos, abrazos, y narices rojas de payaso iluminadas por los reflectores.

Frijoles abrió el desfile de sonrisas, seguida por un medley de Voy a Volver, Entre Vos y Yo y Camello que desató el coro colectivo. Luego vino Añejo W, una canción que siempre deja la sensación de querer alcoholizarse.
Los argentinos no conocen la palabra “moderación”. No importa si tocan en el Estadio GNP o en un venue fronterizo como el Lowbrow, siempre se entregan como si el circo dependiera de esa noche. Y de alguna manera, así es. Porque el público también lo sabe y responde con el mismo fuego. Durante Quiero Cumbia hubo hasta un improvisado partido de fútbol entre banda y fans: pelotas de de futbol gigantes, brincos, risas compartidas. Pura magia callejera.

La lista siguió con No Estás, El Amor Nunca Pasa de Moda y Quereme Así, cada una con su propia coreografía espontánea, su propio grito desafinado pero sincero. El show, más que un concierto, fue un carnaval emocional donde la gente entraba adulta y salía convertida en niño.
Y porque el circo también es memoria, Los Caligaris rindieron homenaje a dos leyendas argentinas: Lamento Boliviano de Enanitos Verdes y Calaveras y Diablitos de Los Fabulosos Cadillacs sonaron como si los estuvieran invocando, y por un momento, todos en el público parecíamos parte de una sola patria sonora.
El clímax llegó, claro, con Kilómetros y Que Corran. El “para rara rara raaa” retumbó como un mantra de felicidad colectiva mientras decenas de playeras se agitaban en el aire, marcando el cierre perfecto a la gira.
Así, con el corazón hinchado y los rostros maquillados de alegría, el circo Caligaris apagó sus luces por última vez en territorio estadounidense. Ojalá la próxima función sea de este lado del río, donde Juárez también espera al circo más feliz del mundo con los brazos abiertos.

Gracias a Lowbrow Palace y Apodaca Group por invitarnos a vivir una noche de locura, música y alegría sin fronteras.
📝: @samxdelgado
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