
Una fresca noche de domingo perdida en el tiempo, el Anexo Centenario fue testigo de un acontecimiento experimental, que conjuga los sentidos y la literatura, en un acto muy alejado de melodías pegajosas y letras fáciles de recordar.
Diles Que No Me Maten, banda de la Ciudad de México, trajo hasta esta frontera su propuesta profunda y arriesgada, para desgajarla sobre el escenario del Anexo Centenario, ante un nicho importante de seguidores.
TELONEROS
Altamar
Ese fin de semana, extraviado entre luces y sustancias psicodélicas fue aprovechado por el proyecto Altamar, previamente reconocido y alabado por nosotros, dupla que volvió a subirse al entarimado de La Casa de Todos, para presentarse ante otro público, aunque, como en otras tantas ocasiones, cautivó y dejó un buen sabor de boca.
Tale Tulpa
Desde la capital del estado, Pale Tulpa, hacía acto de presencia en tierras fronterizas, los Chihuahuenses se rifaron con temas psicodélicos desbordados de energía y un toque alternativo sacado del siglo pasado.
Aunque sus influencias fuertemente marcadas por la música de antaño, Pale Tulpa, retumba con una propuesta fresca y poco explotada por estas tierras, tanto a orillas del Río Bravo como el los linderos del Periférico de la Juventud.
Skeletto Púrpura
Cargado de tintes jazzeros y ochenteros, la propuesta de Skeletto Púrpura sorprendió a propios y extraños. Con un buen set list de covers a Cerati y a Eslabón Armado, pusieron a bailar y mover los huesos de forma cadenciosa previo al acto principal.
Estar aquí
Saberme despierto
Disfrutar de lo que los ojos ven…

Luego de una larga presentación de bandas de la región, el público ya bastante calientito (en el buen sentido), que, aunque no era numeroso, se aprontaba frente al escenario del Bar Anexo Centenario.
Las luces coloridas y serpentinas que se había manifestado a lo largo de la noche se extinguieron, quedando solamente unas cuantas luminiscencias en el fondo del entarimado.

Faltaba media hora antes de medianoche, cuando los Diles Que No Me Maten tomaron escena, custodiados por visuales hipnóticos y una atmosfera que invitaba a la introspección, ya sea por causas propias o promovida por algún elixir de cuestionable procedencia.
Fieles a su estilo que mezcla alt rock con extractos de poemas u obras de grandes autores de la literatura latinoamericana, como Juan Rulfo, al que le deben su nombre, los capitalinos fueron desmigajando tracks experimentales uno tras otro.
La voz suave y profunda de Jonás ADC, tomaba de la mano a los presentes para encaminarlos en un viaje interpretativo, mientras, los visuales seguían deslizándose sobre la pared.
“Cuando el sueño se rompió” continuaba con el trayecto espacial que se convirtió esa noche de recuerdos extraviados, acompañados de secuencias y golpes de batería que marcaban el paso para continuar la travesía hacía “Obrigaggi, otra escala de esa ruta que no seguía orden ni patrón establecido.

Le siguieron nuevos temas, acompañados de mucha improvisación, que dejaron expectantes y casi en silencio a los curiosos que no sabían a lo que se enfrentaban, mientras que los fieles seguidores de la banda, cerraban los ojos y parecían degustar las notas para luego exclamar al termino de cada pieza.

Poco a poco, la madrugada caía sobre esa velada que anunciaba el fin de la semana y el inicio de febrero, aún así, el público ovacionó y solicitó sus temas favoritos, muchas de esas suplicas se perderían en el aire, pues los Diles Que No Me Maten no seguían un orden predefinido, fieles súbditos del “jameo”, siguieron lo que sus corazones les dictaban.

Así, en una larga segmento de improvisación, de gran demostración de talento y habilidad musical, los capitalinos se fueron diluyendo con la música y apagando con las luminarias, para despedirse de esta frontera que siempre los acoge con gran cariño.
Agradecemos al Bar Anexo Centenario y a Norte Shida por mantenernos en la memoria de esa fresca noche de música sideral y ecos introspectivos.
📷: @samxdelgado
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