top of page

Paz y mucho baile con la Maldita y los Amigos

Writer: Fabián RamírezFabián Ramírez

Updated: Jan 10



En una noche preparada para la comunidad, fuimos testigos del regreso a Ciudad Juárez de una de las bandas pioneras del rock en México, Maldita Vecindad, además de los siempre queridos por estas tierras, Los Amigos Invisibles.


Pasaban las seis de la tarde y algunas familias ya comenzaban a apartar su lugar frente a la aparatosa estructura que fue colocada a un costado del Centro Cultural Paso del Norte (CCPN).


Hileras enormes de sillas custodiadas por vayas de contención fueron colocadas frente el escenario que utilizarían Roco y compañía, además de sus colegas venezolanos, un par de horas más tarde.


El regreso de la Maldita Vecindad a la tierra de Tin Tan


Por fin cayó el sol, la multitud de apoco tomaba su lugar lo más cercano y cómodo posible, cuando a las 20:30 horas, un sombrero con una larga pluma se asomó en el escenario. Inmediatamente se escuchó un grito multitudinario con el que se le daría un cálido recibimiento a los hijos del quinto patio.



“Solín” comenzó a sonar, al reconocer las primeras notas, los más fanáticos y los casuales oyentes saltaron de su silla para aplaudir y exclamar con júbilo el regreso de la Maldita Vecindad después de más de diez años de ausencia en esta frontera.



Niños en brazos o en hombros de sus padres, abuelos en andador, personas en silla de ruedas, adolescentes, jóvenes, animales y quimeras, bailaron con la fusión de ska, ritmos latinos y prehispánicos que acontecieron esa fresca noche de viernes.


La fiesta esta vez no fue solo para los amantes del rock, la celebración aconteció de la comunidad y por la comunidad, mientas Roco Pachucote lanzaba sus tan conocidas y acertadas consignas de paz y baile.



Por el sonido local se hicieron escuchar y rebotar en los muros de los edificios contiguos, temas ahora considerados clásicos de la cultura popular como “Quinto patio ska”, “Ya lo pasado, pasado”, “Los agachados” y “El circo.



Cada uno de estas canciones fueron bailadas y por coreadas por varias generaciones de amantes de la música y curiosos que aprovecharon la gratuidad del evento organizado bajo el marco del Festival Internacional Chihuahua (FICH).


A más de uno nos dejó boquiabiertos la elasticidad y energía de Roco, líder de los malditos, quién con sus más de cinco décadas encima, cuatro de ellas en el ruedo, nos hacía pensar que el tiempo no pasaba sobre él, pues, igual saltaba separando piernas y brazos en el aire, que cantaba y danzaba sobre todo el entarimado.



Imposible no pensar en Sax, que se nos adelantó hace un par de años, sin embargo, su lugar fue bien ocupado por un virtuoso Héctor Hernández, mejor conocido en los bajos mundos como Saxonoro.



Acompañados de la melodía tan conocida por todo mundo de “Pachuco”, los “Maldita” invitaron a grupo de pachucos, hombres y mujeres, que son conocidos en Juárez por bailar todos los domingos con sus mejores tacuches, tramos y tablitas, en la Plaza de Armas, a un costado de la Catedral de Ciudad Juárez, en el mero Centro Histórico y corazón de esta ciudad.



Luego de esto, una breve (pero planeada) pausa que hizo exclamar al público “otra, otra”. Tras unos instantes de suspenso, los músicos retomaron sus instrumentos y se aventaron un encore, el cual debía terminar, sí o sí, con “Kumbala”.



Quizá una de las canciones insignia del rock nacional que tuvo su auge en la década de los noventa, “Kumbala” hizo retumbar la explanada del CCPN, que cayó rendido ante la melodía cálida y sensual con la que cerró la primera parte del concierto.



Ante miles de personas, La Maldita Vecindad prometió regresar pronto a la frontera más hermosa y bella del mundo, donde se formaron los emblemáticos Tin Tan y Juan Gabriel, a los que se les rindió un caluroso y sentido tributo.



 Esas son puras mentiras, esa noche yo no andaba ahí…



Más de una hora de espera, impacientaba al público, quienes seguían intentando acercarse lo más cerca posible del escenario y aprovechaba el descuido de los guardias o la salida de otros quienes por la hora comenzaron a dejar el lugar.


Pasaban 40 minutos después de que el reloj marcara las 22:00 horas, aún se sentía una leve briza que refrescaba un poco la zona, justo cuando la paciencia de los presentes comenzaba a agotarse, Los Amigos Invisibles se mostraron frente a la multitud que aplaudió más con alivio que con euforia.



“Ultrafunk” comenzó a resonar en la explanada del Centro Cultural Paso del Norte, poco a poco las personas retomaron el ritmo perdido durante los minutos de reposo obligatorio.



La banda venezolana comenzó su recorrido por los temas que los posicionaron hace más de 15 años y los intercaló con piezas novedosas, que, aunque un poco irreconocibles para los presentes, si los puso a bailar y aplaudir.



“Dulce”, “Dame mambo” y el “Disco anal” lograron sacar los prohibidos a más de tres generaciones que hicieron acto de presencia, aunque, hubo quién resistió las ganas y solo asentó con la cabeza en varias ocasiones ante tal mezcla de ritmos.


Un público un tanto difícil hacía complicada la misión del frotman de la agrupación, que en repetidas ocasiones pedía al respetable levantar las manos y dejarse llevar por la irreverencia de sus letras.



No fue hasta que se hicieron presentes en el set list temas más reconocibles como “Cuchi, cuchi” o “En 4”, probablemente, fue un poco tarde cuando la muchedumbre comenzó a ceder ante las solicitudes de la agrupación, para que todos se sumaran a la fiesta.



Remando contra corriente, la ultima parte de la presentación de los Amigos Invisibles logró romper por completo la barrera incorpórea que parecía negarse a ceder, pero al fin, el obstáculo fue resuelto con pericia por los músicos, quienes no dejaron de mezclar propuestas, con homenajes a la cultura pop al inicio de cada tema.


Por ahí se hicieron sonoras referencias a Bob Marley o Harry Styles solo por mencionar a algunos, con los que de a poco se ganaron el aplauso y las ovaciones.



Para despedirse después de casi dos horas de interpretación, en las que, si se hace memoria, se pasaron rápido, aun con todo y la resistencia inicial.


Se interpretaron “Mentiras” y “La que me gusta” con la que bastantes personas se despidieron del concierto y comenzaron a desalojar el lugar.


Esto no logró cortar la festividad que se extendió por unos instantes más con “Dee lite”, para ahora sí, decir adiós.



Sin duda fue una noche para la comunidad, donde chicos y grandes, jóvenes y viejos pudieron compartir en más o menos santa paz, algo que los une, que borra por pequeños instantes las barreras generacionales y hasta sociales.


Como en pocas veces, la comunidad retomó un espacio y lo hizo suyo.


¡Paz y baile!


📷: @samxdelgado 

 
 
 

Comments


bottom of page