Sabino y la SSSH: una noche mítica en el Anexo Centenario
- Samuel Delgado
- 18 hours ago
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Desde las 5:30 de la tarde ya se veía movimiento afuera del Anexo Centenario. Una fila se empezaba a formar detrás de una rana gigante (sí, una rana, más tarde entenderán), mientras los primeros iniciados del Sab Hop aguardaban su turno para entrar al ritual.
Amigo lector, detente un segundo y piensa esto conmigo: ¿cómo es posible que alguien que acaba de llenar el Estadio GNP, que dio uno de los shows más cabrones del Tecate Pal Norte, se presente en un bar para 300 personas? No es una pregunta con truco. Lo hizo, y vaya que lo hizo bien.

Porque esa —precisamente— es la idea detrás de la gira SSSH (Sociedad Secreta del Sab Hop): volver a los orígenes, a los lugares donde todo comenzó, donde las canciones se piden a gritos y los artistas pueden ver los ojos de sus fans a menos de un metro. Es Sabino regresando a lo esencial, al contacto directo, al cariño sin intermediarios.

Cuando el reloj marcó las nueve y media, el Anexo tembló con las primeras líneas de Sab Hop, como si alguien hubiera abierto un portal a 2016 y el Sabino de los bares tapatíos hubiera vuelto más sabio, más confiado, y con un groove imposible de ignorar. A su lado, un multiinstrumentalista que armaba y desarmaba las bases en vivo, y Jorge Torres en la batería, sosteniendo la estructura con precisión quirúrgica.
Y ahí empezó el viaje: Va a querer, Pregúntale a mis exs, Maripositas, Tibiri, Todo se me resbala, Diamante, Guapa, Roma… la lista se desbordó durante tres horas completas —sí, tres— en lo que fue, sin duda, uno de los shows más largos que se ha visto en el Anexo. Pero no se sintió eterno: el público dictaba el rumbo, gritaba peticiones, y Sabino obedecía.
En Me puse pedo (versión ska), Sabino aprovechó para reconocer el logo del Anexo —esa calavera bailando ska— mientras el público brincaba como si fuera festival. Y cuando llegó el turno de Los raros de la clase, una afortunada fan subió a cantar la parte de LngSHT, momento que desató una ovación ensordecedora.

Pero lo mejor estaba por venir. Tú arrancó con una sorpresa: la rana gigante —que en realidad era una chica disfrazada— subió al escenario a bailar y cantar junto a Sabino, en un instante tan surreal como entrañable. El mar de celulares se iluminó, las luces del escenario (de las mejores que se han visto en ese lugar, lo juro) pintaban la escena como una película... y, hablando de eso, el cierre llegó justo con Película.

Ahí, Sabino comentó que no solo es Pablo en el escenario, sino toda una maquinaria de talento. Arriba y abajo del escenario hay un crew que cuida cada detalle: sonido, ritmo, luces, emoción. Y todo eso, en un lugar donde el sudor y la cercanía son parte del show.
El ritual terminó pasada la medianoche. La Sociedad Secreta del Sab Hop había cumplido su propósito: reconectar. Nos dejó flotando en una nube espesa de beats, nostalgia y cerveza derramada. Sabino prometió que la SSSH volverá, que este experimento íntimo no será el último.

Esperemos que así sea, porque noches como esta no se repiten.
Gracias al Anexo Centenario y a Show N Go por la invitación a este capítulo de culto en la historia del Sab Hop fronterizo.
📝📷: @samxdelgado
























